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En la Memoria de la Bienaventurada Virgen de Lourdes, la Iglesia nos propone celebrar la 31° Jornada Mundial del Enfermo.
«Cuida de él» (Lc 10,35). Esta expresión de aquel buen samaritano que fue capaz de tocar la carne herida de su hermano lastimado se convierte hoy en un eco que clama a lo profundo del corazón de cada hombre y mujer: comprometerse con el cuidado de la vida del otro. Esta expresión del evangelista San Lucas es tomada por el Papa Francisco para reflexionar en su XXXI mensaje por la jornada mundial de oración del enfermo, mensaje en el cual el Santo Padre nos introduce en una de las dimensiones mas hermosas y desafiantes de este camino sinodal al cual nos ha convocado a transitar como Iglesia, el desafío de cuidarnos mientras vamos de camino.
El Papa nos recuerda que “todos somos frágiles y vulnerables; todos necesitamos esa atención compasiva, que sabe detenerse, acercarse, curar y levantar. La situación de los enfermos es, por tanto, una llamada que interrumpe la indiferencia y frena el paso de quienes avanzan como si no tuvieran hermanas y hermanos”. [1] Estas palabras nos abren a este misterio de amor y de dolor que todos y todas en algún momento atravesamos o hemos de atravesar, tanto en nuestro propio cuerpo como en el de algún hermano o hermana necesitada. Es urgente abrazar la fragilidad, abrazar la carne sufriente del Señor que se expresa en el dolor humano y que, como se experimenta a lo largo de la historia, si se transita solos se torna insoportable.
El Papa San Juan Pablo II, en su encíclica Salvifici Doloris, toma las gozosas palabras de San Pablo para introducirnos en una dimensión muy cristiana de esa situación de enfermedad y oscuridad: “«Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros» (Col 1, 24). La alegría deriva del descubrimiento del sentido del sufrimiento; tal descubrimiento, aunque participa en él de modo personalísimo Pablo de Tarso que escribe estas palabras, es a la vez válido para los demás. El Apóstol comunica el propio descubrimiento y goza por todos aquellos a quienes puede ayudar —como le ayudó a él mismo— a penetrar en el sentido salvífico del sufrimiento.” [2] De esto se trata nuestra mirada creyente y cristiana del dolor, encontrar el sentido alegre de la salvación.
Esta jornada, en la cual celebramos a la Bienaventurada Virgen de Lourdes, quien se apareció bajo la advocación de la Inmaculada Concepción a Santa Bernardita en aquella gruta francesa entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858, nos invita a recuperar la memoria agradecida a nuestra madre por sus cuidados siempre tiernos y cercanos, tanto en aquella gruta donde miles de enfermos (como también así en otros santuarios del mundo dedicados a esta advocación) peregrinan implorando el consuelo de la paz y la sanación. Este fenómeno de la sanación, que ya estaba prefigurado en las palabras de los profetas del Antiguo Testamento y que se realizan plenamente en la vida de nuestro Señor, se vuelve oración también aquí en nuestro santuario, a través del cual nos unimos en confiadas suplicas junto a las comunidades de Lourdes para pedir una vez mas la salud de nuestros enfermos. Haciendo eco de los dos principios expuestos por los pontífices Francisco y Juan Pablo II, hacernos cargo de la fragilidad del hermano y hermana, y asumir con sentido salvífico el dolor, al unirnos mas así a la Cruz de Cristo, ponemos a los pues de la Virgen a todos nuestros seres amados enfermos, y pedimos siempre un corazón renovado para poder abrazar y ayudar a sanar a todos, especialmente a los mas vulnerables. Que la Virgen de Lourdes y de Lujan nos ayuden a alcanzar esta gracia. Amen.
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Referencias:
[1] FRANCSICO, Mensaje para la XXXI Jornada mundial del enfermo, 11 de febrero de 2023.
[2] SAN JUAN PABLO II, Carta Encíclica Salvifici Doloris, 1.
Buenos Aires (Luján), viernes 10 de febrero de 2023.
P. Sebastián Ríos
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