El reencuentro con nuestra fe

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50° Peregrinación a Luján

El reencuentro con nuestra fe

Como nos sucede todos los años, nos empezamos a preparar para vivir la peregrinación a Luján. Este año es particular celebramos 50 años de esta peregrinación juvenil y nos seguimos preparando para los 400 años de la fiesta de la Virgen.

Una de las cosas más lindas de la peregrinación son las historias de vida. Mejor dicho, las historias no son lindas solo en la peregrinación, sino que son lindas en cada momento de la vida. En realidad, peregrinación y vida son muy parecidas. La vida es un peregrinar y el peregrinar marca la vida. por eso podemos vincularlas con tanta facilidad. Las historias nos ayudan a recordar y a volver a vivir momentos pasados que dan paz al presente.

Nos toca prepararnos para la peregrinación de este año. ¡Que mejor forma de prepararnos que encontrar historias de vida que nos ayuden a reflexionar y que nos pongan en camino! Como estas historias, también nosotros nos sentimos tocados y descubrimos cómo la peregrinación a Luján transforma vidas y toca los corazones de maneras únicas. Cada peregrino tiene su propia motivación y experiencia, pero todos compartimos la fe y el amor a nuestra Madre la Virgen de Luján.

Les propongo, por tanto, tres historias. Distintas o parecidas a las nuestras pero las historias de amor siempre son lindas de ser contadas. Y las historias que tienen por protagonistas a la Virgen y al Pueblo de Dios, mucho más.

La primera historia que les traigo es una historia de reencuentro con la fe. la protagonista de esta historia se llama celeste.

Celeste es una joven de 23 años que había perdido su fe tras atravesar tiempos difíciles en su vida familiar. Le recomendaron participar en la peregrinación a Luján, aunque en principio no estaba convencida. Sin embargo, algo en su interior la llevó a tomar la decisión de caminar.

Desde los primeros kilómetros, sintió el peso del cansancio, pero también la fuerza de la comunidad de jóvenes que la rodeaba. En cada paso, escuchaba palabras de ánimo, cantos y rezos. De a poco, algo comenzó a cambiar en su corazón. Paso a paso en ese bullicio que se hace oración, Dios hacia su obra.

Cuando finalmente llegó a Luján, frente a la imagen de la Virgen, celeste se encontró derramando lágrimas. Pudo poner su dolor en manos de la pequeña imagen que nos espera todos los años y se sintió abrazada y contenida. Fue en ese momento que sintió una profunda paz y una renovación de su fe. Este camino le devolvió la esperanza. María condujo su vuelta al amor de Dios.

Agradecida por lo que la Virgen hizo en su vida y por el milagro del reencuentro con la fe, celeste, cada año vuelve a peregrinar sintiendo que muchas cosas nos pueden pasar, pero son mejores cuando estamos al lado de nuestra Madre.

Como celeste, muchos de nosotros reencontramos o fortalecemos la fe cada vez que peregrinamos a Luján.
Pone tu vida en manos de la Virgen de Luján y comienza a caminar.

¡Nos vemos en Luján!

Pbro. Lucas García
Rector del Santuario de Luján
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