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50° Peregrinación a Luján
La amistad que venció la distancia
¡Hola nuevamente! Nos encontramos para continuar preparando la peregrinación a Luján. como les comentaba la idea es ver historias de vidas que nos ayuden a descubrir el paso de Dios por cada uno de nosotros y descubrir que también somos evangelios vivos donde Dios escribe.
Esta semana les traigo la historia de dos amigos que decidieron hacer la experiencia de caminar juntos a Luján. los nombres de ellos son Mario y Matías.
Mario y Matías eran amigos de la infancia, pero la vida los había llevado por caminos diferentes. Mario había emigrado a otra provincia por razones laborales, y aunque mantenían contacto, ya no se veían tan a menudo. Un año, decidieron participar juntos en la Peregrinación Juvenil a Luján como una forma de volver a conectar.
El camino fue duro, especialmente porque Mario no estaba acostumbrado a caminar tanto. Sin embargo, el apoyo mutuo los mantuvo en marcha. Hablaron de la vida, de sus sueños y también de sus dificultades, algo que hacía mucho tiempo no hacían.
En medio del cansancio, los chistes y las conversaciones que compartían en el camino, ambos comenzaron a darse cuenta de lo mucho que habían cambiado en estos años. Matías, más tranquilo y reflexivo, veía cómo Mario, siempre impulsivo, había aprendido a valorar los momentos simples de la vida. La caminata les ofreció el espacio que necesitaban para hablar de las cosas importantes, esas que nunca mencionaban en las breves llamadas telefónicas o mensajes.
Cuando llegaron al Santuario, no solo sintieron la satisfacción de haber logrado el desafío físico, sino también la certeza de que su amistad seguía viva. La Virgen había sido el puente que los volvió a unir, y juntos se arrodillaron ante en las escaleras delante de la imagen para agradecer no solo por su amistad, sino también por la oportunidad de reconectarse. No solo caminaron hacia la virgen, sino que ella fue el motivo para caminar el uno hacia el otro.
La peregrinación se convirtió para ellos en un rito anual. Hace seis años que caminan juntos reafirmando su compromiso de acompañarse en las buenas y en las malas.
Como a ellos, cada peregrinación es una oportunidad para encontrarnos con otros. volver a descubrir los vínculos que hacen importante la vida. A Luján nunca se camina solo y siempre nos vamos con más amigos, porque nos enriquecemos cuando compartimos la vida con otros y abrimos nuestro corazón.
Pone tu vida en manos de la Virgen y comienza a caminar.
¡Nos vemos en Luján!