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50° Peregrinación a Luján
La promesa de una Madre
Aquí estamos para seguir preparándonos a caminar a Luján. espero que traigas un calzado y ropa cómoda para no rasparte en el camino y que tengas tu botella de agua y todo lo que hay que llevar para prevenir dificultades. Pero sobre todo espero que puedas preparar el corazón para esta experiencia de amor y entrega.
Caminar hacia Luján no es solo un acto físico; es un viaje del alma, una oportunidad para encontrarnos con nosotros mismos, con los demás y, sobre todo, con nuestra Madre, la Virgen de Luján. A través del cansancio, los trances y las alegrías del camino, descubrimos la grandeza del amor de Dios y el poder transformador de la fe.
Como hemos hecho las semanas anteriores hoy queremos contemplar una historia de vida que tiene que ver con el cumplimiento de una promesa por la sanación de una persona. Esta es la historia de Marta.
Marta es madre de tres hijos y hace 15 años prometió caminar a Luján cada vez que su familia superara una crisis importante. Hace dos años, su hijo menor enfrentó una complicada cirugía, y cuando todo salió bien, Marta recordó su promesa a la Virgen. el primer fin de semana de agosto preparo sus cosas y comenzó la peregrinación.
A pesar de su edad y de no estar en óptimas condiciones físicas, Marta decidió cumplir su promesa. Su familia se ofreció a acompañarla, pero ella insistió en hacerlo sola, como una ofrenda personal a la Virgen por las gracias recibidas.
Durante la peregrinación, cada paso de Marta era una oración. Recordaba todas las veces que había pedido a la Virgen por sus hijos, especialmente en los momentos de mayor incertidumbre. Aunque el camino le resultaba agotador, su corazón estaba lleno de gratitud. La fe que la había sostenido durante las largas noches en el hospital ahora la impulsaba a seguir caminando, confiada en que María, como madre, comprendía profundamente su sacrificio.
Al llegar al Santuario, Marta se arrodilló con lágrimas en los ojos, no de cansancio, sino de emoción. Sentía que su promesa estaba cumplida, pero más allá de eso, experimentó una conexión más profunda con la Virgen. según contó, la virgen le había enseñado a confiar, a no perder la esperanza en los momentos más oscuros. Ella, en los momentos más difíciles había sentido la presencia de la Virgen. hoy, con su hijo sano, sigue confiando en que María protege a su familia en los momentos.
Como Marta, también nosotros queremos en esta peregrinación agradecer y poner en manos de la Virgen a todas las personas que tenemos a nuestro lado. A nuestras familias y a nuestros amigos. Sobre todo, queremos pedirle que siga protegiendo a nuestros enfermos y a los que más necesitan de ella.
En una peregrinación, cada paso que damos es un acto de fe, una oración que elevamos al cielo, un signo de nuestra confianza en María, quien siempre nos lleva de la mano hacia su Hijo. Este camino nos recuerda que no estamos solos en nuestras luchas, que la comunidad de peregrinos es un reflejo de la Iglesia, caminando unida hacia el mismo destino.
Los invito a no tener miedo al desafío del camino. Es un esfuerzo que vale la pena, porque en cada kilómetro recorrido, María nos acompaña y nos fortalece. Al final del camino, cuando lleguemos al Santuario, encontraremos la paz y el consuelo de estar en casa, en los brazos de nuestra Madre. Pone tu vida en manos de la Virgen de Luján y comienza a caminar.
¡Nos vemos en Luján!