El Sábado Santo es un día distinto, particular. La Iglesia toda confía y espera en el día de hoy. Confía en las palabras del que es la Palabra de Dios “me voy pero volveré”, y espera el cumplimiento de sus promesas. Dios tiene sus tiempos.
Con toda la Iglesia nos alegramos al iniciar este sagrado Triduo Pascual a través del cual entraremos en el don y el misterio que ha determinado a la historia para siempre. La pascua de Jesús se expresa en tres días, tres celebraciones donde se pone de manifiesto solo una cosa: el amor que Dios nos tiene.
Ya muy cerca de Semana Santa el evangelio de Juan nos presenta la resurrección de Lázaro como el último milagro de Jesús; a partir de este texto se nos propone reflexionar sobre el mayor de todos los misterios: sobre la vida y la muerte.
El relato nos ubica en medio de las tensiones entre los fariseos y Jesús. Allí se muestra un contrapunto entre la cerrazón de unos y la misericordia proveniente de Dios.
En este tercer domingo de la Cuaresma, compartimos el relato que se corresponde al encuentro entre Jesús y una mujer de Samaria al pie del pozo de Jacob.
El primer domingo de Cuaresma nos propone un Evangelio cargado de sabiduría, a través del cual se nos invita a reflexionar en términos de lo mucho que nos pasa.