Quinto Domingo de Cuaresma

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Ya muy cerca de Semana Santa el evangelio de Juan (Jn 11, 1-45) nos presenta la resurrección de Lázaro como el último milagro de Jesús (después de esto los jefes del pueblo deciden matarlo), y a partir de este texto se nos propone reflexionar sobre el mayor de todos los misterios: sobre la vida y la muerte. Jesús, que muchas veces es presentado como el que da la vida, ahora se nos presenta haciendo algo que va más allá de lo imaginable: hace salir del sepulcro a un muerto.

En otras palabras, se muestra a Jesús con el poder que solo puede atribuirse a Dios y en ese mismo momento aparece también su ternura y proximidad: llora, está conmovido, tiene amigos, los demás dicen: “¡Cómo lo amaba!” En una misma imagen nos encontramos el poder de Jesús y, al mismo tiempo, con el poder del amor.

La vida:

La palabra vida, como muchas otras, está muy trillada y manoseada. Se la usa de tantas maneras que casi ha perdido significado. Pero de todas las malas utilizaciones hay una que puede considerarse la peor, la que asocia “vida” a todo lo bueno que puede ocurrir y la contrapone a “muerte” como todo lo malo que a uno le puede pasar. La realidad es que la vida es todo lo bueno y también todo lo malo, el dolor, el sufrimiento y hasta la muerte son momentos de la vida. La vida aparece con toda su belleza cuando es fuerza que enfrenta y supera las dificultades, no cuando es un mero transcurrir entre satisfacciones.

Jesús da la vida, quiere decir que Jesús da esa fuerza que nos hace capaces de superar las dificultades. La vida que da Jesús no se parece a la que vemos en la publicidad que nos muestra a la gente de vacaciones en una playa en el Caribe. Jesús da vida porque enseña a vivir en relación con Dios y con los hermanos, porque muestra el camino que conduce a lo mejor de nuestro corazón, y de esa manera nos enseña también a convivir con nosotros mismos.

La «otra» vida:

En los evangelios “la otra vida” no es la vida después de la muerte. Todos nuestros dolores y sufrimientos son oportunidades para experimentar la “otra” vida, que es la fuerza de Dios que ya está en nosotros. Este es probablemente el punto en el que los cristianos estamos más lejos de esta cultura en la que nos negamos a ver la muerte, en la que nos negamos a ver la vida como una realidad llena de luces y de sombras. Quizás es por ese motivo que siempre estamos huyendo del dolor y no toleramos la posibilidad vivirlo y superarlo.

Jesús, con sus palabras y su manera de vivir y de morir, nos enseña a vivir sin huir del mal, nos enseña a enfrentarlo y nos muestra que tenemos la fuerza para hacerlo. El Reino que él anuncia, y al que nos invita a entrar, es el sitio desde el cual podemos ver nuestra vida y la de nuestros hermanos de una manera completamente nueva. La Pascua que vamos a celebrar nos recuerda que desde ahora podemos vivir “otra vida”.

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Buenos Aires (Luján), domingo 26 de marzo de 2023. Quinto Domingo de Cuaresma.

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Equipo de Comunicación, Santuario de Luján

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