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“Ustedes son la luz del mundo”.
Hoy 5 de febrero, recordamos la Pascua del Cardenal Eduardo Francisco Pironio. Hace 25 años brillo la luz para un hombre que supo encender la antorcha de la esperanza para tantos hombres y mujeres a lo largo y a lo ancho del mundo entero. Un hombre de una sonrisa y una sensibilidad propias de quien gusto en su vida la contemplación y la riqueza de la certeza de la presencia de Dios y de la Virgen en su vida y supo que su misión, a pesar de la dificultad y la cruz de la enfermedad, era ser fiel a su hora, esperar contra toda esperanza.
El Cardenal Eduardo Francisco Pironio, supo que su vida estuvo atravesada por la gracia de la compañía de la Virgen. Un milagro, atribuido al aceite de la lampara que brilla a los pies de Nuestra Señora de Luján, aquí, en su Santuario, dio origen a la vida de este sencillo, pero de gran corazón, hombre de estas tierras.
Tras haber formado su corazón para ser imagen del Buen Pastor, de un Dios que se hace cercano a los suyos, fue ordenado sacerdote también en nuestro Santuario, y al ser llamado a reproducir hasta dar la vida la entrega de su vida por amor a la Iglesia, fue ordenado obispo, también bajo la atenta mirada de la Virgen de Luján.
Sirvió en su vida con la alegría del Evangelio en nuestro país en diversas diócesis y cuando las tinieblas del odio y de la violencia en nuestras tierras apagaron varias luces, fue llamado para iluminar a toda la Iglesia en su servicio en Roma, muy cerca del sucesor de San Pedro. Y si bien lo recibió en aquella ciudad el papa Pablo VI, a quien tuvo un gran afecto, fue durante el pontificado de Juan Pablo II, donde este hombre tomo la antorcha de la esperanza y llevo su luz a jóvenes, religiosos, consagradas, hasta los confines del mundo.
Pero su llama se fue apagando de a poco, a causa de la enfermedad. Y cuando fue su hora, la hora de entregar totalmente su vida, quiso además volver a la casa de su Madre. Hoy sus restos descansan esperando la Resurrección debajo del altar del Sagrado Corazón, al cuidado de María, su madre en Luján.
Confiamos en que prontamente, el Venerable Cardenal Pironio, podrá ser venerado como un Beato y Dios quiera también como Santo, modelo de un gran amor a Dios, la Virgen y la Iglesia toda.
Finalizamos esta humilde reflexión, también en memoria agradecida recordando un fragmento de su «testamento espiritual». Como pequeños mojones de su sentir espiritual: «¡Les pido me perdonen y recen por mí. ¡Hasta reunirnos en la Casa del Padre!«
Buenos Aires (Luján), domingo 5 de febrero de 2023.
P. Mario Roldán
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