.
Con profundo dolor y una inmensa gratitud en el corazón, despedimos al Papa Francisco, quien durante doce años guio con sabiduría, ternura y valentía a la Iglesia universal.
Damos gracias a Dios por su ministerio fecundo, que supo encarnar con sencillez
el Evangelio de Jesús, acercándose con predilección a los pobres, a los descartados y a quienes más sufrían. Su palabra siempre fue luz en medio de las sombras, y su vida, testimonio de esperanza, misericordia y alegría cristiana.
Francisco nos enseñó que la ternura es una fuerza transformadora, que el diálogo abre caminos de paz, y que la Iglesia es casa para todos, especialmente para quienes se sienten lejos. Supo ser un pastor con olor a oveja, cercano al Pueblo de Dios, con un corazón universal.
Elevamos nuestra oración confiada para que el Señor lo reciba en su Reino de amor y lo premie por su entrega generosa.
Querido Papa Francisco, con el corazón de hijos, te encomendamos a la ternura de Nuestra Madre de Luján, Patrona de tu patria amada, para que te reciba en su regazo y te conduzca al encuentro definitivo con su Hijo Jesús.
Gracias Francisco. Que descanses en la paz del Señor.
.