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Hoy celebramos con toda la Iglesia el día de San Lorenzo diácono (servidor) y mártir (muere en defensa de su fe).
Lorenzo nació en Huesca España en el año 225 y muere mártir en el año 258. Es importante que repasemos el relato escrito por San Ambrosio un siglo después del martirio de San Lorenzo y su obispo San Sixto II papa.
«… san Lorenzo … al ver a su obispo Sixto que era conducido al martirio, comenzó a llorar no porque se lo enviaba a la muerte, sino porque iba a sobrevivir a él. Entonces comienza a decirle en voz alta: «¿Adónde vas, padre, sin tu hijo? ¿Adónde te apresuras a ir, oh santo obispo, sin tu diácono? Jamás ofrecías el sacrificio sin el ministro (la misa). Por tanto, ¿qué te ha disgustado de mí, oh padre? ¿Piensas que soy indigno? Comprueba al menos si has elegido un ministro idóneo. ¿No quieres que derrame la sangre junto a ti aquel al que has encomendado la sangre del Señor, aquel al que has hecho partícipe de la celebración de los misterios sagrados? Ten cuidado, que mientras se alaba tu fortaleza, no vacile tu discernimiento. Despreciar al discípulo es un daño para el maestro. ¿Acaso es necesario recordar que los hombres grandes y famosos vencen con las pruebas victoriosas de sus discípulos más que con las propias? En fin, Abraham ofreció a su hijo, Pedro envió antes a Esteban. También tú, oh padre, muestra en tu hijo tu virtud; ofrece a quien has educado, para alcanzar el premio eterno en gloriosa compañía, seguro de tu juicio».
Entonces Sixto le respondió: «No te dejo, no te abandono, oh hijo; sino que tendrás que afrontar pruebas más difíciles. A nosotros, porque somos viejos, se nos ha asignado el recorrido de una carrera más fácil; a ti, porque eres joven, te corresponde un triunfo más glorioso sobre el tirano. Pronto vendrás, deja de llorar: dentro de tres días me seguirás. Entre un obispo y un levita es conveniente que exista este intervalo. No habría sido digno de ti vencer bajo la guía del maestro, como si buscaras una ayuda. ¿Por qué quieres compartir mi martirio? Te dejo toda mi herencia. ¿Por qué exiges mi presencia? Los discípulos que todavía son débiles preceden al maestro, los que ya son fuertes y, por tanto, ya no tienen necesidad de enseñanzas, deben seguirlo para vencer sin él. Así también Elías dejó a Eliseo. Te encomiendo la sucesión de mi virtud».
Tras la muerte del papa Sixto II, el gobernador romano exige a Lorenzo que entregue las riquezas, los tesoros de la Iglesia puesto que el decreto del emperador establecía que quedaban para el estado romano las posesiones de los cristianos enviados a la muerte. Al pedido del gobernador, Lorenzo responde solicitando tres días, diciendo que en tres días él mismo le llevaría los tesoros de la Iglesia. En esos tres días distribuye entre los más pobres y necesitados todo cuanto quedaba en su poder para luego pedirle a todos ellos, que lo acompañaran a ver al gobernador. Aquí están, le dice Lorenzo al gobernador romano, aquí están los tesoros de la Iglesia, presentándole a todos los pobres a quienes servía Lorenzo.
Grande fue el disgusto del gobernador que en ese mismo momento lo condena a una muerte lenta entregando su cuerpo al fuego sobre una parrilla. La tortura y muerte de Lorenzo sucederá tres días después de la muerte del Papa tal como se lo mencionará Sixto II camino a su muerte.
No es menor la relación que existe entre el servicio y el dar la vida, así como se nos invita al vivir la buena noticia de Jesucristo. Jesús mismo es el mas claro ejemplo de lo que esto significa ya que no nos propone nada que el mismo no haga primero. Jesús mismo se proclama como servidor de todos y quien da su vida en rescate por una multitud: “como el hijo del hombre que no vino para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud (Mt. 20, 18)” en esa multitud estamos todos, el pueblo santo de Dios.
Muchos santos a lo largo de la historia han llevado estas palabras de Jesús al extremo tal y como San Lorenzo tanto en el servicio como dando su vida en el martirio.
Hoy también celebramos el día del diácono ya sea permanente o en camino al sacerdocio. Son hombres que trabajando en la Iglesia como ministros ordenados se encuentran al servicio del Pueblo de Dios. Su misión está centrada en el servicio del altar, la proclamación de La Palabra y la Caridad especialmente hacia los más pobres y necesitados. Esta misión tiene sentido en la medida que busque ser un reflejo de Jesucristo servidor, tal y como lo escuchamos de Jesús en el versículo del evangelio anterior.
Sin embargo, no es necesario ser un ministro ordenado para vivir la diaconía todos los días. Esto de dar la vida a veces puede pasar como desapercibido, en especial si se trata de ir muriendo a uno mismo por amor a otros, en el servicio a los demás.
Son muchas las personas que día a día atienden a enfermos o necesitados de ayuda, dejando muchas veces horas y horas de su vida en un trabajo que más allá del sueldo que se pueda percibir, regresan con un “cansancio feliz” a sus hogares porque de un modo u otro, ya sea que lo crean o no, pudieron reflejar el amor de Jesús sirviendo y dando su vida a otros que los necesitan.
Muchos son los padres, madres, abuelos de familia que día a día solo viven para sus hijos o para aquellos que son más débiles y los necesitan un poco más, dejando quizás sus propios intereses o necesidades a un lado por amor. Los ejemplos de servir y dar la vida por amor son infinitos y seguramente si lo pensamos bien, podremos nombrar a muchas personas que supieron amarnos así a lo largo de nuestra vida.
Este “espíritu de servicio” que nos anima y sostiene a pesar de duros y difíciles momentos es lo que en el fondo justifica todo lo que hacemos. En el servicio a los demás es donde nos descubrimos a nosotros mismos. Muriendo a nuestros egoísmos o necesidades individuales por atender las de otros, es como vamos ganando la propia vida, la verdadera vida.
Hoy al reflexionar sobre San Lorenzo tengamos un gesto de cariño y reconocimiento también a las muchas personas que, como Lorenzo, mediante el servicio y la propia entrega nos ayudan todos los días a ser más de lo que podemos ser.
En este día del diácono hagámonos nosotros también servidores de la servidora, nuestra Madre de Lujan.
Que tengas una bendecida jornada.
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