.
Abrir los ojos, buscar el rostro de Dios, volver nuestra mirada a Él.
Uno de los signos que indican que andamos medio mal dormidos o que tenemos sueño son los ojos medio cerrados. Hemos empezado las clases hace unos días y el pedido de abrir los ojos más temprano se hizo un poco más habitual. Para los que pasamos esa época, para los que no tienen ya que despertar a otros esto no nos cambia, cuantas veces nos gana la modorra y quisiéramos seguir un cachito más en la cama. Estos discípulos, como dicen los pibes hoy, “no se la bancan”. Nos dice el Evangelio que tenían muchísimo sueño, es más que no sabían lo que decían por el sueño que tenían. Son los mismos discípulos que tampoco van a poder acompañar la oración de Jesús en Getsemaní. Aún así son los mismos que Jesús se lleva consigo cuando va a hacer grandes signos y milagros. A ellos y a nosotros nos pide que estemos con los ojos bien abiertos. Pienso que a veces nos dormimos, nos dormimos en nuestros cansancios, pero nos dormimos o perdemos un poco en las dificultades, nos dormimos y no nos damos cuenta cuando al otro le pasa algo… pidamos al Señor en esta cuaresma estar bien despiertos con Él.
Despiertos estamos invitados a buscar el rostro de Dios. La tentación (de los discípulos y de Abram es quedarse con los ojos en el cielo. Después de resucitar Jesús sube al cielo y en los Hechos de los Apóstoles nos dice la Palabra que los discípulos se quedan mirando para arriba. Pero unos ángeles les dicen ¿Qué hacen mirando para arriba? Es una tentación muy grande: buscar a Dios arriba. Que difícil se nos hace bajar la mirada a lo llano, a la tierra. Que difícil se nos hace reconocer a Jesús entre nosotros. A Jesús en el Evangelio de hoy, los discípulos lo ven transformado, transfigurado. También nosotros tenemos que saber reconocerlo transformado en nuestros hermanos. Reconocernos hermanos y dejarnos también nosotros transformar. Mirar al que tengo al lado, al que esta tirado cansado por las luchas de todos los días, al que esta tirado en la puerta del edificio, del negocio, de la esquina de casa y saber que ahí también esta Jesús transfigurado y no pensarlo como parte del paisaje y mucho menos justificar “ciudades limpias” que ocultan y tapan la pobreza.
Este es mi Hijo, escúchenlo: Es el rumbo de nuestro camino de cuaresma. Mirar a Jesús, escucharlo, seguir sus enseñanzas, ser discípulos, volver nuestra mirada y nuestro corazón a Él. El relato de hoy se encuentra entre dos anuncios de la Pasión. A veces preferimos vivir una fe si Cruz, pero sin Cruz no hay Pascua. Estamos invitados a ver a Jesús, a reconocer a Jesús Mesías sufriente y crucificado y dejarnos salvar, dejarnos abrazar por él.
.
Buenos Aires (Luján), domingo 16 de marzo de 2025.
Segundo Domingo del tiempo de la Cuaresma.