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Segundo Domingo de Adviento

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¿Qué significa esperar para nosotros? ¿Que esperamos? En épocas de cábalas y de esperanzas múltiples el Adviento nos invita a volver a poner nuestra esperanza en la promesa del nacimiento del Salvador.

Una gran utopía, una sucesión de hechos impensados, todos en torno a la llegada del salvador, del mesías al cual hacen referencia las profecías.

El mensaje de las lecturas de este finde nos habla de esto. Del carácter profético de este tiempo. La profecía no es algo que alguien, que una persona inventa: es algo que se recibe de Dios, no para ser guardado, sino para ser anunciado a los demás. Isaías es uno de los más grandes profetas del pueblo de Israel, Juan es el último de los profetas, y como tal en su boca pesa un anuncio que no puede callar, que no puede diluir. Para recibir al salvador, es necesaria la conversión, una utopía, algo que parece ficticio, pero que nos involucra en nuestra existencia toda. Y mientras que las utopías las sostiene un sueño, una ilusión nuestra, las profecías se cimientan en la promesa de Dios que es fiel y cumple siempre su palabra.

Hoy prestar atención a la Palabra nos invitara a descubrir las señales, la presencia del Espíritu en la historia, en la historia de todos los hombres y en nuestra propia historia.

El niño que viene nos trae una nueva oportunidad, de volver a soñar, de volver a pedir la ayuda del Espíritu para buscar la unidad, la paz. Este adviento es una oportunidad para convertir nuestro corazón y creer verdaderamente que el Reino está cerca.

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