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Celebrar a todos los santos en una sola fiesta es para nosotros como una renovación de las promesas y las palabras de Jesús: “Ustedes son mis amigos”. Estas palabras están también dirigidas a todos nosotros que hemos llamado, incluso desde antes de gestarnos en el vientre de nuestra madre y hemos sido elegidos por Él, para ser sus amigos.
La santidad, lejos de ser una carga o una forma difícil de vivir en nuestras vidas, como a veces podemos creer, es un llamado que Dios nos hace a lo profundo de nuestro corazón, a vivir como amigos suyos, a vivir en su amor, a buscar su rostro en lo cotidiano de todos los días, llenando todo lo que hacemos de su amor.
Jesús en las bienaventuranzas llama “felices” a algunas personas: los que tienen alma de pobres, los afligidos, los pacientes, los que tienen hambre y sed de justicia, los que son misericordiosos, los que tienen el corazón puro, los que son perseguidos por practicar la justicia, los que son calumniados e insultados a causa de su nombre… Lejos de darnos “instrucciones para armar un santo”, nos da un camino para llegar a la felicidad. Quien ande por estos caminos tendrá siempre su corazón en la gran promesa del Reino.
“Estamos en peligro de ser santos” escuché decir a un gran sacerdote una vez… todos podemos ser santos, incluso hay tantos santos que no conocemos… Hombres y mujeres de nuestros pueblos, ciudades, de todo el mundo que han vivido en el amor.
Esta es una jornada en la que recordamos esa gran muchedumbre que junto a Dios nos anima y acompaña en el camino de la vida. Recordamos especialmente a aquellos de nuestras tierras: San Héctor Valdivieso; Santa Nazaria Ignacia March Mesa; San José Gabriel del Rosario Brochero y San Artémides Zatti, que se suman a la gran cantidad de beatos, venerables y siervo de Dios que han vivido el amor en nuestro país.
Para nosotros es también una gran ocasión para pedir a Dios, por intermedio de nuestra Madre de Luján, por la pronta beatificación de los Siervos Manuel Costa de los Ríos (el Negrito Manuel); el Padre Jorge María Salvaire; y el Cardenal Eduardo Francisco Pironio.
Caminamos juntos, de la mano de María, con el deseo de la santidad en el corazón.
Buenos Aires (Luján), 1° de noviembre de 2022.
P. Mario Roldán
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