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Tercer Domingo de Adviento, el día de la alegría

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La voz del profeta hace resonar un grito de esperanza en el momento en que el pueblo esta prisionero de su propio pecado, oprimido, enceguecido, sordo y paralizado. El profeta recibe la palabra de Dios y la interpreta como un canto nuevo que pone de pie a un pueblo dormido: “Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo” (Is 35, 5-6). En este tercer domingo de Adviento, llamado el domingo de la alegría, el Señor nos renueva en la esperanza con estas palabras que el profeta regala a su pueblo y que, en Jesús, se vuelven promesa cumplida. El Señor nos abre a una nueva mirada y nos transforma la vida de tal manera que, ante la oscuridad que nos amenaza, se vuelve en la uncia presencia capaz de devolvernos la alegría. Precisamente, en ese mundo oscuro y ante un pueblo humillado, el mismo ángel del Señor se presentará a los pastores anunciando una gran alegría para todo el pueblo, la llegada del Salvador. Este será el corazón del mensaje de la Nochebuena, y esta alegría empezamos a anticiparla aquí y ahora.

Frente a la tradicional corona de adviento, nos encontramos encendiendo la tercera vela que, ocasionalmente, lleva un color rosa, diferente al resto, para destacar este toque distintivo de alegría, en un tiempo en el cual nuestro pueblo tiene ansias de buenas noticias que nos renueven el espíritu. La efervescencia que esta generando en estos días el mundial y la actuación del seleccionado argentino son un símbolo muy profundo de esa búsqueda tan humana y tan divina. La alegría no solo rescata del naufragio tormentoso, sino que también se contagia y es capaz de sanar. “Estén siempre alegres en el Señor; 5 se lo repito, estén alegres y tengan buen trato con todos. El Señor está cerca” (Fil 4,4-5), insiste San Pablo, fundando esa alegría en la cercanía inminente del Señor. Si el esta cerca, particularmente de los que mas sufren, no hay motivo para la tristeza. El Señor esta cerca, vuelvo a insistir.

En los Evangelios se destacan personajes alegres, como, por ejemplo, Zaqueo, quien, según el texto de San Lucas, baja corriendo lleno de alegría para recibir a Jesús en su casa; pero ningún personaje se destaca más alegre que la misma Virgen María. Ella fue la llena de gracia, propiamente de alegría, ya que, curiosamente, la palabra gracias puede traducirse simplemente por alegría, quien hizo sitio en su corazón para la palabra de la alegría, y hoy, desde su casa en Lujan, llena de alegría a quienes se encuentran con ella. Es lógico, y hasta necesario, volver entonces los ojos a los ojos de María, para dejarnos llenar de alegría, en tiempos difíciles donde la vida se hace muchas veces cuesta arriba, en la mirada tierna de María de Lujan encontramos el refugio que nos ayuda a esperar seguros la venida del Señor…el Señor esta cerca, alegrémonos.

 

Buenos Aires (Luján), 11 de diciembre de 2022.

P. Sebastián Ríos

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