.
Hoy celebramos con toda la Iglesia el día de San Joaquín y Santa Ana, padres de la bienaventurada virgen María, es decir celebramos a los abuelos de Jesús.
A veces nos puede sonar antojadizo esto de celebrar tanto a personas que estuvieron cerca del Señor o que simplemente han tenido relación con su vida. Sin embargo, celebrando a los santos y en especial a San Joaquín y Santa Ana estamos celebrando la vida, nuestra propia vida.
Dios busca por todos los medios posibles hacernos sentir su presencia, su amor, revelarse a nosotros, ya sea por medio de la naturaleza que nos rodea como en los acontecimientos sencillos de cada día y muy especialmente por medio de las personas que nos aman. El amor en nuestra vida es muy valioso, porque Dios es amor.
Si prestamos atención a los evangelios podremos percibir en todos ellos como la humanidad de Jesús es central; descubrir a Dios hecho hombre es uno de los misterios mas grandes de la revelación de Dios y es a su vez lo que nos despierta a la realidad de cuanto Dios quiere hacer en nosotros; Dios quiere compartirse a nosotros, Dios quiere hacernos como El.
Viendo las cosas en esta perspectiva, entendiendo siempre que el amor es signo de su presencia, celebrar lo humano que se madura en el amor, es celebrar a Dios, celebrar su presencia en medio de nosotros.
La más tierna tradición de la Iglesia nos recuerda a los abuelos de Jesús que seguramente en nada se habrán diferenciado de los nuestros a la hora de amar. Pueden haber sido distintos los tiempos y las costumbres, pero lo que resuena en el corazón humano no entiende de costumbres o épocas y mucho de lo que Jesús vivió en el seno de su familia fue cuanto pudo verse de El en su vida pública. Cuantas, de sus parábolas, formas de hablar, maneras de enseñar entre otras habrán sido aprendidas de su familia, de sus padres, ¿de sus abuelos?
Sin duda a medida que crecemos vamos siendo lo que amamos y nos vamos moldeando de los que nos aman. La tradición de la iglesia nos cuenta que los abuelos de Jesús eran justos, piadosos y creyentes, personas de una fe firme muy enraizada en la tradición de su tiempo, pero a su vez confiada en un Dios providente y justo. A una edad avanzada confiaron en el amor de Dios y le rogaron por un hijo, ambos con fe, confianza y amor y Dios que es amor les dio a Maria, la llena de gracia, madre de Dios y madre nuestra.
No dejemos que termine este día sin hacer una visita, un llamado, una muestra de cariño, una oración por nuestros abuelos sin los cuales hoy no solo no existiríamos, sino que también seguramente no seríamos quienes somos.
Tomemos sus manos entre las nuestras, así como seguro lo hizo Jesús con sus abuelos y tratemos de imaginar cuanta vida ofrecida por amor que hoy nos trae a nuestra propia vida, en esas manos suavizadas por el tiempo descubramos sueños, esperanzas y proyectos compartidos. Descubrámonos a nosotros mismos en aquellos que como Dios, nos amaron primero.
¡¡Feliz Día de los abuelos!! Feliz día de San Joaquín y Santa Ana.
.