Seguinos en:

El camino del Adviento, cuarto domingo… La alegría en el Señor

.

La Navidad nos apremia. Lo que era un largo camino comienza a llegar a su fin. Se vislumbra el crepúsculo del Adviento y se empiezan a percibir las luces del nacimiento del Salvador. Todo va tomando otro color y otras formas. Comenzamos a divisar las fiestas y todo lo que ellas acarrean tras de sí. Pero todavía estamos a tiempo de poder meditar algo más sobre este tiempo. Este año el 4to. domingo del Adviento casi no está, porque se encuentra pisado por la Navidad. Pero como esos últimos mates de un viaje, un poco lavados pero cebados con el mismo cariño que al comienzo, nos proponemos gustar el tema de la alegría y la felicidad.

Hablar de la felicidad se hace un poco arduo. la oferta de felicidad forma parte de nuestro mundo de consumo. A veces le inventamos otros nombres o sustitutos. El placer, el confort, la diversión, el éxito, la risa y todo eso que llamamos “darse la buena vida”. los medios de comunicación y las redes sociales nos invitan cotidianamente a introducirnos dentro de esta lógica de consumo.

Sin embargo, cuando leemos el evangelio, tenemos la impresión de que Jesús provoca a su entorno una especie de concentración llamativa de personas contentas. Jesús es causa de alegría. Y eso desde María de Nazaret, que hizo dar saltos de gozo a la criatura que llevaba Isabel en el vientre, hasta las mujeres que volvieron del sepulcro vacío con un torbellino de júbilo saliéndoseles del alma. Jesús en todos provoca algo.

Me llama la atención, y me cuestiona, como hemos perdido como Iglesia la capacidad de gestar alegría. No por nada, el Papa Francisco y los papas anteriores a él, nos han marcado, como profetas de estos tiempos, el tema de la alegría como característica propia del cristiano. Solo para que volvamos a recordar una imagen tan plástica de lo que debe ser la vida cristiana les recuerdo lo que dice francisco “No se puede anunciar a Cristo con cara de funeral”. Sin la alegría no hay entusiasmo posible que de sentido a lo que hacemos. Sin la alegría nuestra misión está muerta. Porque la alegría de Cristo es lo que contagia al mundo. Sin la alegría nunca tendremos felicidad.

Creo que es un lindo tema para meditar antes de la navidad. El nacimiento del Señor es justamente la fiesta de la alegría. Se proclama en cada página evangélica que narra este acontecimiento. Dirá el ángel a los pastores: “les traigo una gran alegría, hoy en la ciudad de David les ha nacido el salvador. No nos cansemos de buscar a aquel que regala la felicidad.

Hay dos características de la alegría o felicidad que nos propone el evangelio: la primera es que no podemos abarcarla, sino que hay que entrar dentro de ella: «Entra en el gozo de tu Señor» (Mt 25,21.23) la segunda es la imposibilidad de que nos sea arrebatada: «La alegría que yo os doy no os la puede quitar nadie» (Jn 16,22). Vivamos entonces en esta alegría que nos regala el Señor.

Algunos consejos prácticos:

  • Estamos a la puerta de la navidad. No sé cómo has vivido el adviento, pero te aconsejo que no dejes pasar más tiempo y que vuelvas a Dios. deja el celular y anda a esos lugares comunes donde puedas compartir la vida con otros: la amistad, la estética, el ocio, la fiesta.
  • Si podes, acércate al sacramento de la reconciliación. No es lo mismo estar en gracia que no estarlo y estas fiestas son para vivirlas con Jesús.
  • Trata de ir a misa en navidad. A veces se nos complica el tema de la familia y la fiesta, pero al menos acuérdate de rezar unos minutos frente al pesebre.

Dios te ama inmensamente, ojalá lo puedas descubrir en esta Navidad.

.

Buenos Aires (Luján), domingo 24 de diciembre de 2023.

Cuarto Domingo del Tiempo de Adviento.

P. Lucas García
Rector del Santuario de Luján
Podes descargar estos contenidos e información; por la que agradecemos su difusión, disponible en PDF debajo:
Te invitamos a compartir esta nota: