El Domingo de la Santísima Trinidad es el primer domingo luego de la solemnidad de Pentecostés. En este día celebramos la doctrina cristiana de la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Un día después de Pentecostés, el día en que el Espíritu Santo prometido por Jesús vino a habitar en el corazón de la Iglesia, recreando el mundo a través del nuevo testimonio de amor que la comunidad creyente cristiana comienza a contagiar, la Iglesia celebra a Maira como Madre de la Iglesia.
Culminando el tiempo pascual, celebramos la solemnidad de Pentecostés. Se cumple la promesa de Cristo y la Iglesia recibe así su alma y fundamento: el Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad.
En el mes de nuestra Madre, miles de fieles se acercan a su casa para acompañarla y venerarla. Junto al nuevo lema por los 400 años, conmemoremos una vez más su milagro en comunidad y unámonos en oración.
El 30 de abril, cuarto domingo de Pascua, llamado también domingo del Buen Pastor, se celebra la 60ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, instituida por san Pablo VI y que para este año el Papa Francisco invitó a reflexionar rezando el lema “Vocación: gracia y misión”.
Hoy la Iglesia Universal celebra la Fiesta (solemnidad) de la Divina Misericordia, instituida por San Juan Pablo II con la intención de reconocer que el amor y la misericordia de Dios perduran para siempre.
Feliz Pascua. El Señor esta con nosotros y no nos abandona. El es quien nos anima. En nuestra luchas y muertes, en nuestras desolaciones y desprecios, en nuestras angustias y desvelos, recordemos que la vida ha prevalecido.
El Sábado Santo es un día distinto, particular. La Iglesia toda confía y espera en el día de hoy. Confía en las palabras del que es la Palabra de Dios “me voy pero volveré”, y espera el cumplimiento de sus promesas. Dios tiene sus tiempos.