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Bienaventurada Virgen María, Madre y Mediadora de la Gracia

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Muchas son las cosas en la vida que según nos haya tocado en suerte, podemos definir de distinta manera de acuerdo a cómo haya sido nuestra vida. No pocas veces las grandes diferencias que a veces nos dividen tiene que ver con esto, con lo muy distinto que pensamos, creemos o sentimos que son las cosas en la vida.

Es por lo anterior que cuando nos reunimos en familia y con amigos decimos, por ejemplo: de política, de futbol y de religión en esta casa NO SE HABLA, buscando de entrada no general situaciones que terminen llevando a nuestro encuentro a peleas o discusiones sin sentido.

Pero hay una palabra que tiene que ver con la vida misma, con nuestro origen, con el modelo de amor al que todos de una forma u otra aspiramos, en la que TODOS, sin EXCEPCION vamos a estar de acuerdo.

Si no la tuvimos, de hecho, todos podremos imaginarla de la misma forma que aquellos que dicen haber tenido la mejor.  Y todos sin lugar a dudas vamos a confiar en ella aún en la más grande de las calamidades. Esa palabra es MADRE.

Madre es la que siempre nos pone en el primer lugar en sus prioridades. Madre es la que sale a pelear la vida por nosotros, madre es la que nutre, la que siempre puede y si no puede consuela, acompaña, está siempre cerca.

En este mundo confuso en el que vivimos podemos no querer un Dios, pero nadie quiere quedarse sin una madre. Quizás por eso nuestro buen Dios, habiendo caminado con nosotros sobre esta tierra, conociendo nuestras limitaciones y debilidades, nos deja nada más y nada menos que a su propia madre como madre nuestra. De esta forma nunca seremos huérfanos, de esta forma nadie quedará nunca huérfano; todos en todo tiempo y lugar tendremos a quien recurrir con confianza tierna.

No existe madre que no desee lo mejor para sus hijos y es por eso mismo que María, madre de Dios y madre nuestra nos lleva SIEMPRE con su hijo, a veces casi sin que nos demos cuenta. Ella es la mediadora por excelencia entre nuestra vida en este mundo, una vida a veces difícil, dolorosa confusa y aquel que todo lo puede; no porque sea Dios, sino porque es quien más nos ama. Dios nos doblega, nos quiebra y nos hace de nuevo con AMOR, con amor de MADRE.

Si hay algo que no nos atrevemos a decir o pedir a Dios, es a maría a quien se lo pedimos. Si hay algo que no sabemos en qué va a terminar, es a María a quien se lo confiamos. Si hay heridas que sentimos que Dios no nos cura, es María quien pone las vendas y las cambia todas las veces que sea necesario hasta que nos dejemos curar por Jesús.

Solo Ella es quien puede torcer hasta los planes de Dios cuando pide por nosotros, como en las bodas de Cana, donde pide a su hijo por los que se quedaron sin vino, sin fiesta, sin alegría. “Hagan todo lo que Él les diga” dirá luego ella, imagino con un guiño cómplice ante la respuesta de Jesús “mujer mi hora no ha llegado todavía”…

Es así, sin vueltas, María media entre nosotros y Dios, entre nosotros y su Hijo Jesucristo y no solo porque seamos caprichosos y complicados; fundamentalmente media porque es nuestra madre y como madre nos conoce y lo sabe todo.

Amar a la Virgen es simplemente eso, dejarse reconocer hijo ante aquella que por ser nuestra madre nunca va a dejar de pedir por nosotros.

En esta memoria tan especial de la Iglesia que celebramos hoy pronunciemos con especial afecto las palabras del salve para enfrentar la vida confiados en un amor que no defrauda:

“Dios te salve reina y madre de misericordia,

vida, dulzura y esperanza nuestra

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Buenos Aires (Luján), martes 7 de noviembre de 2023.

Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Madre y Mediadora de la Gracia.

Diác. Diego Ocampo

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