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La paradoja de lo grande en lo pequeño

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Cada 8 de mayo volvemos a escuchar la historia del milagro de la Virgen de Luján; sin embargo, no porque sea una repetición, deja de ser maravillosa y digna de contar. Como lo hacia el negro Manuel cada vez que un peregrino se acercaba a contemplar la imagen de la Virgen también nosotros queremos recordar el milagro de Luján.

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Corría el año 1630, cuando un portugués, que vivía en la zona de Sumampa, en la actual provincia de Santiago del Estero, se propuso hacer una capilla en su hacienda dedicada a la Virgen Santísima. Entonces escribió a un paisano suyo que le enviara del Brasil una imagen de Nuestra Señora, para colocarlo en dicha capilla.

Desde el Brasil le enviaron dos imágenes de la Virgen, para que eligiera la que más le gustara. Vinieron ambas bien acondicionados cada uno en su cajón aparte porque era muy frágiles. Estas imágenes llegaron al puerto de Buenos Aires y allí las depositaron en una carreta, comenzando un viaje de varios días hacia el destino indicado. La segunda noche de este viaje pararon en una estancia que pertenecía a don Rosendo Oramas a orillas del rio Luján.

Al día siguiente, la caravana trató de continuar su viaje, pero cuando estaban listos para tirar del carretón, los bueyes no querían moverse ni un paso. Admirados los que por allí andaban se preguntaron porque sucedían estas cosas, ya que la carga era la misma del día anterior y no eran pesadas. Alguien comento que allí venían dos cajones con imágenes de la Virgen. ante este misterio el negro Manuel dijo al jefe de la caravana: “Señor saque del carretón uno de estos cajones, y observemos si camina”, así se hizo, pero por más que tiraban los bueyes, el carretón no se movía. Cambiaron, entonces, los cajones, y allí, los bueyes tiraron el carretón que se movió sin dificultad.

Todos entendieron este signo como un designio de la divina Providencia, que la imagen de la Virgen encerrada en aquel cajón quería quedarse en ese lugar.

Cuando se abrió el cajón, se encontró una imagen de la Purísima Concepción con las manos juntas ante el pecho, ángeles a sus pies y con su ropa cubierta de estrellas.

Quisiera destacar algo de este milagro de Luján que me parece preciosos. Una paradoja que se da entre el material de la Virgen y lo que representa. La imagen de Luján es de barro cocido. Si se la considera correctamente, es una imagen totalmente frágil. De hecho, en el año 1904 se le puso una coraza de plata para cuidarla. Sin embargo, esa fragilidad del material representa para todos nosotros la inmensidad de una Madre que con su fuerza nos sostiene y con su amor nos abraza. En lo frágil se da el milagro de lo eterno. Así es Luján, oasis de fe y de renovación de nuestras vidas. Lugar de conversión y de sanación. Como nos invitaba el Papa francisco mirémosla y dejémonos mirar por ella. Que la Virgen nos siga sosteniendo y regalando la unidad a todos los argentinos.

Muy feliz día de la Virgen de Luján.

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Buenos Aires (Luján), miércoles 8 de mayo de 2024.

Solemnidad de Nuestra Señora de Luján

Por el P. Lucas García
Rector del Santuario de Luján
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