Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo

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¿Quién gobierna nuestra vida? Sería muy lindo si podemos contestar que nosotros mismos, pero, aunque así fuera, es seguro que para ello también nos valemos de cosas, situaciones, experiencias y personas que están fuera de nosotros.

Es imposible pensar que no nos dejamos influenciar por nada ni por nadie en cada cosa que hacemos o decisión que tomamos y no pocas veces hasta nos dejamos conducir por ejemplos que nada tienen que ver con nosotros.

Cuál es nuestra guía a la hora de decidir lo que es bueno o malo para nosotros, lo que aceptamos como verdadero o falso. Cómo gobernamos nuestras decisiones y cómo manejamos nuestra relación con los demás, en especial cuando sentimos que nos han hecho daño; cuáles son los castigos que consideramos justos y muchas veces infringimos a otros al sentirnos heridos o agobiados.

Todo el anterior cuestionamiento lo podemos resumir con la pregunta de quién es el rey de nuestra vida, a quién reconocemos como el que no nos falla, el que siempre nos dice la verdad, aunque a veces nos duela y quién es el que nos ayuda a tomar las mejores decisiones.

Como de costumbre, las preguntas importantes de nuestra vida y a las que a veces esquivamos o no queremos plantear, son las que mas nos movilizan y son fundantes de nuestra realidad. Esas son las preguntas y respuestas que quiere responder Jesús toda vez que se acerca a nosotros, toda vez que lo dejamos pasar y escuchamos su Evangelio.

Hoy con toda la Iglesia celebramos la fiesta de Cristo Rey del universo, un título que más que un dictamen o dogma establecido por un tercero, no tiene que resultarnos extraño oírlo sino más bien algo que hasta lo dejamos pasar por lo obvio y familiar que resulta a nuestra realidad de cada día.

Si alguien muy amado me hiere de forma indecible llenándome de tristeza y al encontrarme con él mis ojos se apartan del odio, del rencor y mis palabras buscan el silencio antes que devolver mal por mal, solo porque amo y por eso no entiendo, entonces me estoy dejando aconsejar y acompañar por el rey de mi vida, Jesucristo, el que me amo primero hasta darme vida con su vida en una Cruz.

Si Jesucristo es el Rey de mi vida, entonces de a poco, paso a paso, año a año voy a ir descubriendo que se trata de un rey que no me busca para hacerme sentir su poder, para ejecutar sentencias frente a mis faltas o para decirme lo que tengo que hacer. Jesucristo me busca para ser mi amigo, para amarme, mostrarme el poder de su amor para conmigo, para que pueda descubrir que frente a su presencia no puedo ni debo mas que sentirme profundamente amado por el Señor, Señor de mi vida, mi Rey.

En el Evangelio de este domingo, el evangelista nos cuenta cómo describe Jesús el juicio final. No tratemos de entenderlo como entendemos los juicios humanos, Jesucristo es el mismo ayer hoy y siempre como nos dice San Pablo. El que utiliza todo su poder de gobernar el universo, el que somete toda la creación a su Padre Dios y que a su vez tiene todos los atributos de un rey para juzgar a toda la humanidad que ha existido, existe y existirá después de nosotros, es el mismo que da su vida para darnos vida a todos por amor.

Sin duda alguna dejarnos gobernar por Dios es la máxima aspiración de libertad a la que podemos aferrarnos. Parece una contradicción esto de tener un rey y de esa forma ser libres, pero Jesucristo es el rey del universo no porque sea Dios mismo sino porque nadie puede amar como El. Nadie te ama como Jesucristo te ama y eso es algo que todos podemos tener por seguro.

Cabe como ejemplo la vida del máximo servidor en el santuario de Lujan, el Negro Manuel. El único testimonio histórico que se conserva de su persona es un acta de venta que se encuentra en el archivo general de la Nación. En dicha acta se especifica que Manuel fue comprado no para liberarlo sino para el servicio de la imagen de la Virgen de Lujan “su amita” como la llamaba Manuel. Es por eso que decimos que Manuel nunca dejo de ser esclavo, pero haciéndose esclavo de la Virgen es como gano su libertad.

Hagámonos también nosotros esclavos entregando nuestra vida a Jesucristo, nuestro rey, y de esta forma podremos comprender que, con su sacrificio, el sacrificio del rey del universo, él gana no solo nuestra verdadera libertad sino la vida eterna junto a él.

Llevemos como una oración las palabras del salmo 22 que se reza en la misa de esta fiesta:

“Tu amor y tu bondad

me acompañan todos los días de mi vida”.

Se tu mí Rey Señor mío y Dios mío, no solo porque eres Dios y rey del universo, sino sencillamente porque me amas.

Que nuestra madre de Lujan los bendiga y acompañe siempre.

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Buenos Aires (Luján), domingo 26 de noviembre de 2023.

Diác. Diego Ocampo

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