Reflexión para el Sábado Santo

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El Sábado Santo es un día distinto, un día muy particular. Lo ha sido siempre, y lo es mucho más para nosotros hoy en nuestro día a día.

Es un día para confiar y esperar. Dos verbos, dos acciones que parecieran que, aunque son cosas de todos los días, se nos hacen muy difícil comprender. Nos cuesta muchísimo confiar y mucho más esperar. Vivimos en un tiempo donde a las palabras se las lleva el viento, quizá mucho más rápido que antes, parece que nos olvidamos pronto de promesas y propósitos. El nuestro es un tiempo que se maneja por el duro ritmo del YA. Todo tiene que ser ya, hoy, sin posibilidades de contemplar, de pensar, de pasar por el corazón. Nuestra forma de relacionarnos, lo que hacemos, lo que esperamos de los demás, todo se rige por un YA que lejos de liberarnos, nos encierra cada vez más y nos quita lugar para el esperar los tiempos oportunos, para darnos tiempos.

Te pregunto… sólo para que lo pienses… ¿confías? ¿esperas?, en vos, en los demás, en algo, en alguien, en la Virgencita, en Dios… Si tu respuesta fue un poco dubitativa, este es el día especial para volver a hacerlo.

La Iglesia toda confía y espera en el día de hoy. Confía en las palabras del que es la Palabra de Dios “me voy pero volveré”, y espera el cumplimiento de sus promesas. Dios tiene sus tiempos. Lo prometido desde antiguo por boca de sus profetas, lo cumplió. Y nos invita una vez más a confiar y esperar.

Es un día que estamos invitados, como hizo María con algunos de los discípulos (porque también algunos de ellos cayeron en la desconfianza y la desesperación), a CONFIAR y ESPERAR unidos en la oración.

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Buenos Aires (Luján), sábado 8 de abril de 2023. Sábado Santo.

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P. Mario Roldán

Santuario de Luján

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