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San Lorenzo, diácono y mártir

San Lorenzo, diácono y mártir

Hoy, como cada 10 de agosto, celebramos la fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir de nuestra Iglesia. Es el tercer santo más venerado en la Iglesia romana después de San Pedro y San Pablo.

Lorenzo nació en Huesca España en el año 225 y muere mártir en el año 258. Es importante que repasemos primero el relato escrito por San Ambrosio un siglo después del martirio de San Lorenzo y su obispo San Sixto II papa.

“… San Lorenzo … al ver a su obispo Sixto que era conducido al martirio, comenzó a llorar no porque se lo enviaba a la muerte, sino porque iba a sobrevivir a él. Entonces comienza a decirle en voz alta: ¿Adónde vas, padre, sin tu hijo? ¿Adónde te apresuras a ir, oh santo obispo, sin tu diácono? Jamás ofrecías el sacrificio sin el ministro (la misa). Por tanto, ¿qué te ha disgustado de mí, oh padre? ¿Piensas que soy indigno? Comprueba al menos si has elegido un ministro idóneo. ¿No quieres que derrame la sangre junto a ti aquel al que has encomendado la sangre del Señor, aquel al que has hecho partícipe de la celebración de los misterios sagrados? Ten cuidado, que mientras se alaba tu fortaleza, no vacile tu discernimiento. Despreciar al discípulo es un daño para el maestro. ¿Acaso es necesario recordar que los hombres grandes y famosos vencen con las pruebas victoriosas de sus discípulos más que con las propias? En fin, Abraham ofreció a su hijo, Pedro envió antes a Esteban. También tú, oh padre, muestra en tu hijo tu virtud; ofrece a quien has educado, para alcanzar el premio eterno en gloriosa compañía, seguro de tu juicio”.

Entonces Sixto le respondió: “No te dejo, no te abandono, oh hijo; sino que tendrás que afrontar pruebas más difíciles. A nosotros, porque somos viejos, se nos ha asignado el recorrido de una carrera más fácil; a ti, porque eres joven, te corresponde un triunfo más glorioso sobre el tirano. Pronto vendrás, deja de llorar: dentro de tres días me seguirás. Entre un obispo y un levita es conveniente que exista este intervalo. No habría sido digno de ti vencer bajo la guía del maestro, como si buscaras una ayuda. ¿Por qué quieres compartir mi martirio? Te dejo toda mi herencia. ¿Por qué exiges mi presencia? Los discípulos que todavía son débiles preceden al maestro, los que ya son fuertes y, por tanto, ya no tienen necesidad de enseñanzas, deben seguirlo para vencer sin él. Así también Elías dejó a Eliseo. Te encomiendo la sucesión de mi virtud”.

Tras la muerte del papa Sixto II, el gobernador romano exige a Lorenzo que entregue las riquezas, los tesoros de la Iglesia puesto que el decreto del emperador establecía que quedaban para el estado romano las posesiones de los cristianos enviados a la muerte. Al pedido del gobernador, Lorenzo responde solicitando tres días, diciendo que en tres días él mismo le llevaría los tesoros de la Iglesia. En esos tres días distribuye entre los mas pobres y necesitados todo cuanto quedaba en su poder para luego pedirle a todos ellos, que lo acompañaran a ver al gobernador. Aquí están, le dice Lorenzo al gobernador romano, aquí están los tesoros de la Iglesia, presentándole a todos los pobres a quienes servía Lorenzo.

Grande fue el disgusto del gobernador que en ese mismo momento lo condena a una muerte lenta entregando su cuerpo al fuego sobre una parrilla. La tortura y muerte de Lorenzo sucederá tres días después de la muerte del Papa tal como se lo mencionara Sixto II camino a su muerte.
En el servicio nos encontramos, compartimos experiencias, nos dejamos de mirar el ombligo para poder descubrir la enormidad del mundo en el descubrimiento del otro que esta a mi lado; en el servicio descubro mis límites en los del otro y viceversa; en el servicio se hace mas plena la vida y por sobre todas las cosas, quizás la mas importante, en el servicio vivido con entrega sin límites aprendemos a amar.

Mas allá del ejemplo de vida de San Lorenzo lo que quizás más podemos destacar es el cariño que comparte con su Padre Obispo, cariño que nace de la vida compartida en el servicio.

Las misiones mas osadas, las que hacen grande el alma humana son las que nacen y conducen al y por amor. Dios nos llama a vivir en plenitud por amor, por su amor, nos ayuda a descubrirlo presente en nuestra vida en el vivir con los demás, en nuestro trabajo, en nuestra familia, en nuestro matrimonio, la vida consagrada o en la soledad vivida al servicio de otros. En estas misiones que Dios nos da vamos muriendo de a poco a nosotros mismos, lentamente como al fuego y en no pocas ocasiones de manera sumamente dolorosa.

Si algo podemos resaltar en la persona de San Lorenzo es su pasión por la entrega de su vida por amor a Cristo pero sirviendo aquí en la tierra a quienes lo necesitan. Servicio en obras, amor en acción pero no por simple obediencia, por amor, un amor que hace posible todas las cosas.

Hoy te invito a mirar en San Lorenzo no solo un ejemplo a seguir sino también a que te identifiques con él cada vez que salís temprano a trabajar dejando muchas horas de cansancio por tu familia; toda vez que te quedaste hasta altas horas cuidando a un enfermo aun sabiendo que al día siguiente te espera una difícil jornada; cada vez que pudiste ser mas de lo que esperabas simplemente por amor y en ese amor descubriste a Dios haciendo por vos en tu vida.

Que por medio de la intercesión de San Lorenzo podamos descubrir el enorme valor que tiene para Dios toda vez que entregamos nuestra vida por amor en el servicio a todo aquel que más nos necesita.

 

Buenos Aires (Luján), jueves 10 de agosto de 2023.

Diác. Diego Ocampo

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