Seguinos en:

Solemnidad del Cuerpo y Sangre del Señor

Celebramos a Dios vivo en medio de nosotros, presente de manera física y real en un pequeño trozo de pan sin levadura y un poco de vino; todo su cuerpo y su sangre presente, es Jesús. Jesús, el Señor del universo, en un pedacito de pan que podemos albergar entre nuestras manos.

Es sin dudas un misterio enorme; misterio no porque se encuentre oculto, sino porque no llegamos a comprenderlo del todo. ¿Quién puede entender al amor?

Al pan consagrado los cristianos lo llamamos Eucaristía, que significa acción de gracias, porque al recibirlo a Dios no podemos más que agradecer, a veces hasta con la propia vida.

¿Qué hace Jesús en la eucaristía? Porque el mundo tiene una necesidad enorme de escuchar su voz y allí permanece en silencio, Jesús en la eucaristía nos habla, pero no con palabras. La humanidad necesita verlo caminar entre nosotros y allí permanece inmóvil. Ese pedacito de pan consagrado sin dudas es el silencio y la debilidad de un Dios que se hace accesible a nosotros, se muestra de un modo que todos podemos recibir.

En ese pan consagrado Jesús también nos demuestra su fidelidad. Porque habría de estar físicamente presente entre aquellos hombres y mujeres que lo vieron hace más de 2000 años y no habría de estar también junto a nosotros hoy, de modo que podamos verlo, tocarlo y hasta alimentarnos de Él.

En el Evangelio Jesús nos dice “yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo” y no de manera mágica o figurada, ¡¡¡de manera real!!!, para que todos puedan entenderlo. Quien no entiende que hacer con el pan sino alimentarse, quien no sabe qué hacer con el vino sino beberlo. ¿Qué hacer entonces ante la presencia de Jesús sino correr hacia él y no dejar que nada nos aleje de ese encuentro? Es El quién hoy te invita a su mesa.

Pero hace falta algo más para consumar este misterio de amor, hace falta que nosotros también pongamos algo de nuestra parte ¿saben qué? Nuestro propio vacío, nuestra insignificancia, nuestra miseria, nuestra propia pequeñez por medio de nuestra humildad. Así como somos, con defectos, dudas, inseguridades, con nuestras luces y sombras, ponernos en manos de Jesús reconociendo que lo necesitamos, entregando nuestra vida con humildad y confianza.

En la misa cuando vemos que avanzan hacia el altar el pan y el vino que ofrecemos como pueblo de Dios; esas ofrendas van como creciendo con toda nuestra vida, con nuestras necesidades, dudas, dolores y debilidades. No son solamente un pedazo de pan sin levadura y vino, con ellos va nuestra vida tal cual es, Jesús la toma en sus manos, la ofrece al Padre y junto con el Espíritu Santo la transforma en milagro, alimento para el mundo entero.

Hoy en la fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo celebramos a Jesús fiel y alimento de nuestra vida y de nuestro espíritu, presente en ese pedacito de pan y ese poco de vino.

Una vez llenos de ese Jesús que nos ama, estamos llamados a llevarlo a todos aquellos que no lo conocen que no lo viven plenamente, que están buscando un sentido para sus vidas y sin saberlo lo están buscando a El quizás sin entenderlo, así como lo buscamos nosotros.

Sabemos que nos cuesta creer, que tenemos dudas, que nuestra vida más que una bendición a veces suena a pesadilla, pero también podemos estar seguros que siempre que lo necesitemos, cuando ya no podamos más intentándolo solos, podemos entregarnos al amor de Dios que está presente de manera física y real, en todas las iglesias del mundo para que podamos encontrarnos con El para que podamos alimentarnos de Él.

Busquemos a Jesús sin dudarlo, Él también tiene hambre y sed de vos, de tu vida y de tu amor.

.

Buenos Aires (Luján), domingo 11 de mayo de 2023.

.

Diác. Diego Ocampo

Santuario de Luján

.

Podes descargar este material e información; por la que agradecemos su difusión, disponible en PDF debajo:

.

Podes descargar estos contenidos e información; por la que agradecemos su difusión, disponible en PDF debajo:
Te invitamos a compartir esta nota: